He pensado en escribir,
sin tener razón ni causa,
no en la prosa de otras veces,
sino en la forma rimada
que puede parecer cosa,
al menos, un poco extraña.
Mas me siento motivado
para ejercer tal hazaña,
por ser método y manera,
con mucho, menos usada,
y es posible que este modo
atraiga más las miradas.
La página de este blog
está un tanto abandonada
por exceso de trabajo
y, de tiempo, mucha falta:
decía Martín Abril,
poeta, amigo del alma,
que pareciera que todos
los que por la vida pasan
han nacido un poco tarde,
como media hora larga,
y siempre andamos de prisa
para ganar ese hándicap:
pido perdón al lector
por caer yo en esa trampa.
El tema que indica el título
se refiere a que se trata
de un tema actual, y que es fuente
de discusiones variadas.
Ciertamente es raro el día
que, ya sea en las pantallas,
en la prensa o en reuniones
de toda clase y calaña,
no se traten de los temas
que quisiera esta mañana
poner como reflexión
de vuestras mentes sensatas.
De fondo estará el aborto,
la homofobia o la eutanasia,
o la famosa ‘ley trans’,
y ‘la Celáa’ de enseñanza,
y la de memoria histórica
o la forma de aprobarlas.
Pues, si importa el contenido,
importa en lo que se basan,
lo mismo en el Parlamento,
que en la cotidiana charla.
En general me preocupan
las posturas tan contrarias
dependiendo de la dea
con que se ‘viene de casa’.
¡Qué distinta una moneda,
si ves la cruz o la cara,
dos imágenes distintas
tu mano: el torso y la palma!
Lo primero que diría
del aborto o la eutanasia
es no tratar estos temas
de una manera unitaria,
como si, en todos los casos,
de lo mismo se tratara.
No es lo mismo gente adulta
que una niña que es violada
por un grupo de salvajes
que la ultrajan en manada.
Y tampoco es de recibo
no saber que gente sabia
que se ocupa seriamente
de estudiar con mucha calma,
sin prejuicios ideológicos,
de temas de esta importancia,
no acaban de estar de acuerdo
cuándo una vida es humana.
Hay que pensar que opiniones
no del todo comprobadas
no pueden ser el baremo
para imponer mis palabras.
Y otro punto que yo pienso
ser de una gran importancia
es el pasar de un nivel
a otro de materia varia:
el que algo sea pecado,
pues la Iglesia lo declara,
y nunca lo legitima,
no es causa justificada
para que los practicantes
de esa causa justa y santa
impongan a los poderes
de una sociedad que es laica,
que legisle en el sentido
que esa religión proclama.
¡Nunca un pecado es delito
de una manera automática!
Hace tiempo, en una época
que yo razones buscaba
para saber si en el sexo,
el carácter o las causas
del cociente intelectual
de las personas humanas,
se debían a los genes
o a razones de la infancia,
la familia, los ejemplos
que de pequeño se maman,
me encontré un dominical
de un periódico de fama,
que daba las opiniones
de los mejores psiquiatras
-Ibor o Vallejo Nájera,
Rojas, Castilla del Pino-
lo mejor de toda España.
Pues, aunque no me creáis,
os aseguro en confianza
que yo me quedé asustado,
al ver en aquellas páginas,
que la mitad de estos sabios,
y la otra mitad exacta,
mántenían con gran fuerza
y razones comprobadas,
unos, una idea ‘científica’
y los otros, la contraria.
Aquello me hizo pensar
que, cuando de algo se trata
que, además de la razón,
ocupa nuestras entrañas,
damos primero la idea
y, luego, aportamos causas
científicas o morales
perfectamente probadas.
Y eso pasa al estudiante,
y al doctor también le pasa.
Kalil Jibran tiene escrito:
“Oí una mujer que gritaba,
‘aquella guerra era justa,
allí a mi hijo mataran!’.”
¿Qué puede saber la madre
de si eran justas las causas,
las razones estratégicas
de aquella guerra malvada,
o, si a una guerra, por 'justa',
se la puede llamar santa?
Ella sabe de seguro
-se lo dicen sus entrañas-,
que, si allí murió su hijo,
es que la guerra era santa:
no cabe en su corazón
pensar que, si era bobada,
su hijo no fuera un héroe,
que bien merezca una estatua.
Como esa madre, nosotros,
¡discurrimos con el alma!
Es muy triste que emociones,
hermosamente heredadas,
marquen luego, de razones
y de argumentos, las pautas.
Y, aunque creemos tener
lógicas frías y abstractas,
a todos pasa lo mismo:
y usamos la misma trampa
de creer al corazón
más que a ideas razonadas.
Por eso suele decirse:
“¡Qué atrevida es la ignorancia!”.
Y, de nuevo, con Kalil
Jibran, que nos narra:
“El que suele hablar es necio,
el sabio es aquel que calla”.
Y, mis queridos lectores,
dejo ya rima tan larga,
pues no quisiera caer,
en lo que yo criticara.
Me encantaría pensar
que, tras leer mis palabras,
tomarais alguna cuenta
de aquestas mis enseñanzas:
no hagamos dogma de fe
de cosas que no están claras,
ni pensemos que lo nuestro
es la verdad sacrosanta.
Se ve claro en los demás:
‘dogmatizan, cuando hablan’,
y enseguida se descubre
que es errónea su mirada.
Y ya lo dijo Jesús
con su mente tan preclara:
vemos muy pronto una mota
que el ojo del otro empaña,
mas nos cuesta ver la viga
que a mí mismo me acompaña.
Nadie la verdad completa
posee, pues “la palabra
fuente es de malentendidos”
-que ‘El Principito’ proclama-.
Visitemos mil planetas
con rosas enamoradas,
que puedan domesticarnos,
y humanizar las entrañas.
Bebamos de muchas fuentes,
surquemos todas las aguas;
abramos bien nuestra mente
a cualquier cultura o raza.
Surquemos todos los mares,
caminemos las montañas,
escuchemos el rumor
de las fuentes y sus aguas,
que nos entren los olores
de las flores y las plantas.
A veces, el saber duele,
pero el ignorar nos mata,
y el saborear ideas,
incluso antes de pensarlas,
nos da la capacidad
de engrandecer nuestra alma.
N.B. Como siempre, si te apetece
hacerme un comenario o sugerencia,
ponme, por favor, un correo a
<fermomugu@gmail.com>.