miércoles, 4 de agosto de 2021

“EL DEPORTE, ESCLAVITUD MAFIOSA”

En estos, desde muchos ángulos, complicados Juegos Olímpicos de Japón, ha explotado una bomba, que está haciendo correr ríos de tinta, y que descubre una realidad, quizá conocida ya por muchos, pero suficientemente bien oculta y maquillada: el deporte, como casi todo, está movido por las mafias del dinero, y está haciendo a las personas, como en casi todos los campos de la vida, esclavas a su servicio.

Saltaba la noticia, con amplitud de documentos gráficos, en todos los medios, de la superatleta norteamericana de color, Simone Biles, de 24 años, siete veces campeona nacional, campeona olímpica en Río 2016 y cinco veces campeona del mundo, la única gimnasta que lo ha conseguido tres veces de forma consecutiva.

Inesperadamente, Simone dice que no va a presentarse a varias de las pruebas, que se suponía que iba a -tenía que- ganar: "Es difícil venir aquí con la organización que nos falló tantas y tantas veces", “Correr es fácil, lo difícil es pararse”. “¿Por qué ocultamos una depresión y podemos hacer público un cáncer?”

Y confiesa que se retiró de dos eventos finales de los Juegos de Tokio, citando preocupación por su salud mental, explicó a los periodistas que estaba sufriendo "un poco de los  'twisties'.".

El término desató inmediatamente una discusión entre las gimnastas que pronto reconocieron cuán peligrosa debió haber sido esta situación. La palabra proviene del inglés "twist" que significa "girar", una expresión bastante apropiada, teniendo en cuenta las volteretas en las rutinas de las gimnastas, que describen los twisties como un bloqueo mental, que puede llegar a poner en peligro su vida.

En el diario EL MUNDO, 19.07.2021, se leía: “En las últimas semanas, Simone Biles ha tenido que lidiar con la presión de convertirse en la mejor deportista de la historia y de ser la estrella de los Juegos de Tokio. Como reconocía el martes, ese protagonismo le había hecho mella y por eso se retiró primero de la competición por equipos y, el miércoles, del concurso completo individual del jueves. Pero nada comparado con lo que lleva soportando en los últimos años. Ser la imagen y, sobre todo, la principal fuente de ingresos de la organización que permitió y ocultó los abusos sexuales del doctor Larry Nassar es un dolor.”

El 30.07.2021, publicaba “As Color”: Sandra Piñeiro, remera del Club Remo Orio Arraunketa Elkartea, el pasado 16 de julio publicó el libro "Reamando en la oscuridad", donde comparte su lucha contra la anorexia: “Es un trastorno mental que acaba teniendo consecuencias físicas. Castigándome con la comida conseguía hasta disfrutar, pero llegas un momento que pierdes el control”.

Otro caso sangrante ha sido el de Niko Shera -como se conoce al bicampeón del mundo español de 25 años y origen georgiano- que se quedó sobre el tatami sin riego sanguíneo unos instantes dramáticos. "Ahora mismo no tengo ganas de ver tatami, han sido años muy duros. Voy a necesitar tiempo para analizar todo lo que ha pasado, no estaba bien desde el primer momento, las sensaciones no eran las que deberían de haber sido para todo lo que había entrenado y preparado”.

Horas antes de su último combate, su entrenador Quino Ruiz afirmaba a Efe: "No lo he visto bien, no es el Niko al que estoy acostumbrado, no está al 100 %, la cabeza también es importante".

Según informa “Hebergementwebbs”, en su página del 2.08.2021, la velocista bielorrusa busca asilo en un tercer país, despues de negarse a abordar un vuelo desde Tokio, alegando que se vio obligada a regresar a su pais de origen, en contra de su voluntad, donde temía ser arrestada.

El domingo, 1, por la noche, la atleta olimpica de 24 anos fue trasladada desde el aeropuerto de Haneda de Tokio y "protegida por la policia en un refugio especial", dijo Anatol Kotau, de la Fundacion Solidaridad.

Timanovskaya iba a competir en la carrera femenina de 200 metros en los Juegos Olimpicos de Tokio el lunes, pero dijeron que representantes de la seleccion nacional de Bielorrusia intentaron devolverla por la fuerza a su país de origen, despues de haber criticado a las autoridades deportivas nationales por registrarla para el relevo de 4 x 400 metros sin su consentimiento. Y la atleta bielorrusa fue escoltada por la policia en el aeropuerto internacional de Haneda en Tokio, Japón.

"No tengo miedo de ser despedida o expulsada de la seleccion nacional. Estoy preocupada por mi seguridad. Y creo que, en este momento, no es seguro para mí ir a Bielorrusia. No hice nada, pero me negaron el derecho a participar en la carrera de 200 metros y querian enviarme a casa”, confesó Timanovskaya. "A lo largo de la Guerra Fria, muchos atletas desertaron de la Union Sovietica y los paises comunistas del Bloque del Este durante las principalescompeticiones deportivas en el extranjero. Aunque tales actos se han vuelto mas raros desde la caida de la Union Sovietica, continuan ocurriendo deserciones de otras naciones.

Otra especialidad deportiva que ha causado estragos ha sido el tenis: “Condiciones infernales en Tokio 2020 para la práctica del Tenis que esta madrugada de miércoles cobraron como víctima a la española Paula Badosa, quien por un golpe de calor tuvo que salir en silla de ruedas del complejo tenístico de Ariake, abandonando así la competencia Individual Femenina. La ibérica disputaba su partido de Cuartos de Final contra la checa Marketa Vondrousova, cuando, tras perder el primer set, se desvaneció cerca de su banca ante una temperatura que rondaba los 35°C, aunque la sensación térmica era de 40°C y un factor de humedad del 86 por ciento”, escribía ‘mediotiempo.com’, el 28.07.2021.

"Ha sido brutal, ya había sospechas del calor insoportable, pero viviéndolo aquí es otra cosa. Hubo intercambios y peloteos muy largos, desgastante hasta que no pudo más", declaró Javier Martí, entrenador de la tenista. Durante varios minutos, los servicios médicos del torneo olímpico estuvieron atendiendo a la joven de 23 años, aplicándole hielo y aire frío, pero Badosa no se recuperó y no pudo volver a la pista, saliendo con ayuda en una silla de ruedas.”

Hace tiempo que los tenistas vienen quejándose de la opresión que sufren por parte de la misma Federación y de los organizadores de los torneos: obligatoriedad de jugar un cierto porcentaje, torneos casi seguidos, poco tiempo de descanso entre partidos, condiciones insufribles.

Y, todo esto, con el señuelo de las grandes cantidades de los premios, más todos los beneficios de la omnipotente publicidad. Pero, como es notorio, a costa de un número desgastante de lesiones, y de carreras, muchas veces, demasiado cortas. Siempre con muy poca protección de la Federación.

No hablemos de la dureza inhumana del ciclismo. Donde, además, en cualquier momento, llegan los ‘vampiros’ a cortar tu sueño, para comprobar la ausencia de dopaje. Hay entrenadores que dicen que es imposible humanamente ejecutar las cotas exigidas, sin algún tipo de substancia estimulante.

Sin hablar aquí de la certeza de que estos vampiros -como los de otras búsquedas o registros, oficialmente serias- van ‘a tiro fijo’, no tanto para la limpieza del ‘negocio’, sino, con el ‘negocio’ de pillar a éste y dejar a aquél, según las órdenes -o las compensaciones recibidas- de las cabezas.

Ahora se habla mucho de Messi, como el millonario caprichoso, que no ama los colores. Es verdad, los futbolistas famosos -como muchos deportistas, o empresarios- son insaciables en el ansia de dinero. Pero yo estoy convencido de que la mayoría de estas operaciones multimillonarias, están provocadas por y para el club, el representante, la Federación y otras mafias avaras y opacas: ellos son de oro, pero marionetas.

Tanto en el mundo del deporte, como en todas las organizaciones -Federaciones, Instituciones, Organismos de cualquier signo-, en las instituciones prima el prestigio del ‘ente’ -o el beneficio económico, o de ‘buena vida’, de sus gestores- sobre el bien corporal y personal de los individuos. 

En su libro "La Teoría de las Élites", escribe Rosendo Bolívar Meza: "La teoría de las elites, que afirma que en todas las sociedades la dirección política, administrativa, militar, religios,a, económica y moral es ejercida por una minoría organizada, es más antigua de lo que comúnmente se cree". Cualquier Institución, por beneficiosa que fuera en su idea, pasa poco tiempo hasta convertirse en negocios de sus líderes.

Desde el G20, las grandes empresas y bancos, los estados poderosos -que dicen ocuparse del bien común-, hasta la comisión de festejos del más diminuto ayuntamiento, organizan el mundo entero, en patente beneficio de sus propios intereses. La paz o la justicia, la honradez o la legalidad, el cambio climático, la ecología, o el hambre del tercer mundo, les importa los más mínimo. 

Hace unos días, casi un año después de que el Papa Francisco le degradara de su dignidad, y le cesara en su cargo, se está celebrando el juicio para investigar las ‘malversaciones’, ‘corrupción’, ‘soborno’, y otras lindezas, del ex-cardenal Angelo Becciu, antiguo alto cargo de la Secretaría de Estado vaticano.

El mismo papa ha declarado que, dentro del Vaticano -una de las Instituciones más poderosas, veneradas (y odiadas), del mundo-, hay tanta basura debajo de las alfombras, que tiene que ir con mucha prudencia y lentitud, para poder limpiarlas, pues, si pretendiera ir tan deprisa como desearía, es posible que esa misma basura acabara con él.

Incluso, con razones y argumentos, perfectamente lógicos, de defensa de la doctrina católica, de ‘lo que Dios manda’, de lo que se ha defendido siempre.

Y es claro que toda noticia escandalosa del Vaticano da muchas portadas en todos los informativos de prensa o televisión. Pero fuentes bien informadas y formadas, afirman que -“Del rey abajo, ninguno”-, como decía antes, no hay organización o institución con cierto poder, que no esté manchada por el influjo nefasto del dinero, la corrupción, el interés propio o de la institución.

La exmonja de clausura Hortensia López (Elche 1973), en su libro, “Cuidemos la Vida Consagrada”, denuncia que empezó a sufrir "abusos de autoridad" y "maltrato psicológico", nada más entrar en el primer convento, ubicado en el norte de España, en 1994, cuando ella tenía 21 años. "La priora se obsesionó conmigo, me hizo pasar por loca delante de la comunidad, me trataba con desprecio", recuerda. Tras veinte años de vida religiosa, después de haber vivido en tres conventos de vida contemplativa, y de verse envuelta en graves problemas, ante los que los obispos y vicarios a los que recurre muestran un gran desinterés, opta por secularizarse. 

Es tristísimo que, donde debe regir el servicio a Dios y a los demás, primen los amiguismos y favoritismos, con los maquillajes más variados. Igualmente terrible que, los que ocupan un puesto para el bien común, lo aprovechen para su propio beneficio. Y por triste y terrible que sea, me parece bueno que todos seamos lo suficientemente conscientes, para aplicarnos aquellas palabras de Jesús: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”, e intentar que nuestra persona no contribuya aningún daño o mal, consciente o inconscientemente.

Francisco terminaba su discurso ante la 75ª Asamblea General de las Naciones Unidas con estas palabras:

“Señor presidente: De una crisis no se sale igual: o salimos mejores o salimos peores. Por ello, en esta coyuntura crítica, nuestro deber es repensar el futuro de nuestra casa común y proyecto común. Es una tarea compleja, que requiere honestidad y coherencia en el diálogo, a fin de mejorar el multilateralismo y la cooperación entre los Estados. Esta crisis subraya aún más los límites de nuestra autosuficiencia y común fragilidad, y nos plantea explicitarnos claramente cómo queremos salir: mejores o peores. Porque repito, de una crisis no se sale igual: o salimos mejores o salimos peores. Y eso depende de nosotros.

La pandemia nos ha mostrado que no podemos vivir sin el otro, o peor aún, uno contra el otro. Las Naciones Unidas fueron creadas para unir a las naciones, para acercarlas, como un puente entre los pueblos; usémoslo para transformar el desafío que enfrentamos en una oportunidad para construir juntos, una vez más, el futuro que queremos.

¡Y que Dios nos bendiga a todos!

Gracias Señor Presidente.”

Decía alguien: “¡Qué tendrá la política, que a  ‘la madre’, que es la palabra más bonita del mundo, le añades  ‘política’, y te queda  ‘la suegra’!”. Y en Uruguay, se dice: “¡Qué tendrá ‘la plata’, que, a lo más transparente, que es el cristal, le ponés detrás  plata’, y sólo te ves a vos mismo!”

Podría parecer increíble o exagerado, pero se constata que allí donde hay poder, fuerza, influencia, dinero -sean de la ideología o creencia que fuere-, hay debajo corrupción, favores, chanchullos, movimientos perversos, con las justificaciones mejor maquilladas.

El terrible F. Nietzsche escribió: “Las mayores perversidades se han cometido con las mejores intenciones”.

En estos tiempos, estamos muy preocupados con el Covid, los ERTE, el paro, el PIB, la factura de la luz, el futuro de nuestra productividad. Y, ciertamente, es lamentable cómo se tratan esos temas.

Pero, para mí, es más preocupante que hacia el 2 % de la humanidad -¿nos podemos llamar humanos?-, posea y disfrute el 90 % de los recursos del planeta, mientras -¡obviamente!- el 95 % de nuestra humanidad -¿los consideramos humanos?- tiene que sostenerse con el 10 % de los recursos de todos. Las cifras varían, según la fuente.

Incluso, este grupito de superpotentados -personas, empresas y estados- se ocupan de vender armas a los países más pobres -aunque de inmensa riqueza potencial-, para que los gobiernos estén desestabilizados, y se puedan adquirir a mejor precio los diamantes o el coltán. No se fabrican vacunas para la malaria o el ébola, porque no son rentables esos mercados. Ni importa que, cada 10 segundos, muera un niño de hambre, o que países enteros tengan a casi la mitad de su población huidos en campos de refugiados -donde las mayores atrocidades son perfectamente comparables -exterminio, violaciones, torturas- a las de los famosos Auschwitz/Birkenau’, en Polonia o Dachau’, en Alemania.

Con la aterradora situación vista en Kabul, todos ponemos el grito en el cielo, pero nadie pone manos a la obra. Parece que el nuevo y católico presidente de los EEUU, ha dicho algo así como: "Nosotros fuimos allí, para castigar a los Talibán, por su fechoría del 11 S, pero no vamos a seguir gastándonos nuestro dinero en defender a los afganos -y, sobre todo, a las pobres afganas-, cuando ellos no han sabido defenderse". ¡Están lejos! ¡A nadie le interesa más que el patio de su casa!

Como las mafias superorganizadas de la trata, principalmente de mujeres y niñas, que son pura mercancía para descerebrados corruptos y usuarios, que hasta llegan a mirarse con naturalidad. Ésa sí que es una especie de deporte mafioso, maquillado, degradante, ‘consentido’.

“¡¡¡PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO!!!”

Dueño y señor de todos los seres humanos: primero se crea un mal, después se inocula el miedo a todo el rebaño, se convence de que sólo ‘papá estado’ puede solucionar ese problema, ‘papá estado’ se somete a las órdenes que enriquecen a los 4 poderosos que dominan las ‘leyes’ del mundo, y todo el rebaño obedece gozoso a las indicaciones del gran benefactor, que soluciona todos sus problemas.

Y cada vez hay menos ricos que manipulan a más pobres. Y lo peor es que parece que o nadie cae en la cuenta de este sinsentido, o nadie tiene el sentido suficiente para intentar ‘cambiar las cosas’.

Y -‘claro está!- ni tú ni yo, ni cuatro voluntarios, por mucha buena voluntad que tengamos, podemos cambiar nada, pero escribe el gran Eduardo Galeano: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden conseguir cosas grandes”.

Seguro que conoces un cuento para niños: “Había una vez un escritor que vivía a orillas del mar; junto a una enorme playa virgen, donde tenía una pequeña y bella casita. Una mañana, mientras paseaba a orillas del océano, vio a lo lejos una figura que se movía de manera extraña como si estuviera bailando. Al acercarse vio que era un muchacho que se dedicaba a coger estrellas de mar de la orilla y lanzarlas otra vez al mar. El hombre le preguntó al joven qué estaba haciendo. Este le contestó: ‘Recojo las estrellas de mar que han quedado varadas y las devuelvo al mar; la marea ha bajado demasiado y muchas morirán’.

Dijo entonces el escritor: ‘Pero esto que haces no tiene sentido: hay miles de estrellas en esta playa, nunca tendrás tiempo de salvarlas a todas’. El joven miró fijamente al escritor, cogió una estrella de mar de la arena, la lanzó con fuerza por encima de las olas y exclamó: ‘Para ésta, sí tiene sentido’.

El escritor se marchó desconcertado. Esa tarde no tuvo inspiración para escribir y, en la noche, no durmió bien, soñaba con el joven y las estrellas de mar por encima de las olas.

A la mañana siguiente corrió a la playa, buscó al joven y le ayudó a salvar estrellas de mar.”

Volviendo al tema del principio, hace ya bastantes años, se decía que el ballet, la gimnasia rítmica y el mundo de las ‘modelos’, hacían renunciar a las niñas de su infancia, fomentaba los problemas alimenticios -afectivos, en el fondo-, creando trastornos dramáticos, muchas veces incurables, incluso, suicidios.

Pero, por un lado, las mafias que vivían de este negocio, y, por otro, la insensatez y avaricia de los ingenuos padres, no dejaban que salieran a la luz las tristes consecuencias. Un entrenador de un equipo juvenil de fútbol, contaba, cómo los padres de los niños les indicaban cómo y cuándo debían ser titulares sus hijos, en el fondo, porque pensaban que esas futuras estrellas millonarias les sacarían, en unos años, de su profesión y vida vulgar.

Sobre este tema, en 2018 se rodó una película, de título, “La Perfección” -que recomiendo-, fuerte, dura, terrible: pero que refleja perfectamente la realidad. Cuando terminé de ver la película, con la sensibilidad todavía herida, pensé que el director estadounidense, Richard Shepard, había creado una obra maestra, aunque se necesita mucho estómago para visionarla y mucha frialdad para comprender que la ficción no dista mucho de una realidad demasiado generalizada.

Une, sobre las jóvenes personas de ingenuas e idealistas adolescentes, su deseo de perfección, fama, éxito, plenitud, y la crueldad organizada de sometimiento, sufrimiento, violación, lavado de cerebro, sufrida como un precio necesario, a manos de sus poderosos y convincentes educadores. En este caso, una prestigiosa Escuela de Música, especializada en crear figuras del violoncello.

No olvidemos que otro instrumento que tiene el poder de los educadores -monitores, profesores, sacerdotes, y, sobre todo, abuelos, tíos, hermanos mayores o padres- para someter y silenciar molestas protestas, de los ingenuos e inválidos infantes, es el abuso sexual, la violación.

Cuando se lle la prensa, o se ve la tele, y se habla de este asunto, es fácil sacar la impresión de que los únicos abusos a menores están cometidos por miembros de la Iglesia. Y se suele unir con la existencia del celibato -causa, evidentemente, que poco tiene que ver, dada la gran mayoría de victimarios, casados: abuelos, padres, tíos-. Pero, como me comenaba indirectamente el ‘Defensor del Lector’ de un prestiogioso diario nacional, hoy por hoy, ‘vende más’ el abuso del clero.

En el “Informe Ryan”, elaborado por una comisión gubernamental en Irlanda (2009), se sitúa el percentaje de religiosos católicos responsables de abusos sexuales contra menores. entre el 6 y el 9%. Y la “Royal Commission” del Parlamento australiano (2017) habla de un 7%. A su vuelta de Sâo Paulo, el Papa respondía a los periodistas que le entrevistaban en el avión: “En este momento, estaremos volando miles, quizá millones de aviones. No somos noticia. Si uno cualquiera cae, es noticia destacada en primera de todos los periódicos y telediarios del mundo”.

Y hay que admitir que se dan -y, sobre todo, se han dado- con más frecuencia de lo que pensamos. Que se silencian, porque las instituciones y familias, se han solido ocupar de proteger más a los verdugos que a las víctimas, muy probablemente, desconociendo las heridas y desastres afectivos que producen, y que resultan enormemente difíciles de sanar, cicatrizar, superar.

Hay un detalle que me parece significativo y vergonzoso. Después de un abuso notorio, después de demostrado, y aun condenado, el delito, cuando la institución correspondiente escribe un comunicado de prensa, para pedir perdón a la víctima, las palabras que suele usar son: “Queremos pedir perdón, por los daños que  ‘hubiéramos podido hacer’.”. Señores míos, ¡eso es una ofensa a la víctima! Diga usted: “Por el terrible daño que hemos hecho, y que intentaremos sanar lo más eficazmente que podamos”.

Es tristísimo constatar que prácticamente todas las víctimas de abuso o violación se sienten culpables -durante demasiado tiempo- ‘de lo que hicieron’.

Hoy se dice que los jóvenes no tienen valores. El poco tiempo y atención de padres excesivamente dedicados al trabajo, y con deficiente comunicación mutua, puede ser la causa del enorme miedo, crisis de ansiedad y pánico, falta de autovaloración, inseguridad, incapacidad de aguante, necesidad de satisfacción inmediata de todo capricho: auténtica pandemia de la juventud actual.

Voy acabando, con una cita del “New York Times”, de Juliet Macur, del 27 de julio de 2021, con el título “Simone Biles y el peso de la perfección”:

“Después, a sólo unas cuantas semanas de su regreso de Río, salió a la luz que las personas responsables de proteger a las gimnastas y de salvaguardar la integridad del deporte habían fracasado catastróficamente en ambas cosas, revelando una arraigada cultura de abuso físico y emocional. La Federación de Gimnasia de Estados Unidos miró hacia otro lado cuando Larry Nassar, médico del equipo nacional durante mucho tiempo, acosaba sexualmente a cientos de atletas femeninas, incluidas muchas de las compañeras de equipo de Biles, y a ella misma, aunque no se dio cuenta de inmediato.”

¡Qué terrible sería que sigamos quejándonos de las condiciones de vida a las que nos ha traído la pandemia, y que cada uno no nos sintamos responsables, en la pequeña parte que le corresponda! Arreglemos o denunciemos lo que podamos, ayudemos a los que tenemos cerca, y no hagamos daño dándonos cuenta. No nos preocupemos, ni demos demasiadas vueltas, a aquello que no podemos cambiar. Y aceptemos que no tenemos que ser ni perfectos ni omnipotentes.

Todos conocemos el dicho latino “Mens sana in corpore sano”. Los humanos, no es que tengamos un cuerpo, sino que somos cuerpo. Y, cuanto mejor escuchemos y cuidemos uno, mejor funcionará y menos problemos nos dará la otra. Y el deporte debería ser uno de nuestros mayores aliados para esa complementaridad. Como la escucha, la comunicación, el diálogo, la educación, el aprendizaje y uso de las emociones, la espiritualidad. Todo en aras de una vida más en paz, igualdad, amor y felicidad. Que, por otro lado, todos decimos desear. Y ni a la madre tierra, ni al ocio, ni la profesión, ni las personas, solemos darles el trato, que ellas merecen, y que nos devolverían plenitud humana.

Decía un famoso antropólogo: “El caos de la sociedad se debe a que las cosas están creadas para ser usadas, y las personas para ser amadas, y hoy usamos a las personas y amamos a las cosas”.

Termino con un proverbio iluminador: “El pasado es lo que han hecho con mi vida, el futuro lo que yo voy a hacer de ella”.

 

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